En la navegación terrestre, la espiral loxodrómica (hélice esférica o línea de rumbo o de derrota), atraviesa los meridianos de la Tierra en un ángulo constante. La loxodrómica se enrolla como una enorme serpiente alrededor de la Tierra y traza espirales alrededor de los polos sin llegar a tocarlos.
Una forma de surcar la Tierra es trazar el camino más corto entre dos puntos, que sigue el arco de una gran circunferencia que rodea el planeta. Sin embargo, aunque éste es sin duda el camino más corto, un navegante debe hacer ajustes continuos en la trayectoria en función de las lecturas de la brújula, una imposibilidad para los primeros navegantes.
La trayectoria loxodrómica permite dirigir el buque siempre al mismo punto de la brújula, aunque la distancia a recorrer hasta el destino sea más largo. Por ejemplo, si se utiliza este método para viajar de Nueva York a Londres, un navegante podría seguir un rumbo constante, en nuestro caso de 73º al noroeste. La loxodrómica se representa como una línea recta en un mapa de una proyección de Gerardus Mercator (1512 – 1594), cartógrafo flamenco, que dejamos para un posterior artículo.
La loxodrómica fue una invención del matemático y geógrafo portugués Pedro Nunes (1502-1578). Hizo importantes contribuciones en matemáticas, astronomía y navegación. Descubrió en 1534 la solución del crepúsculo más corto; inventó el nonio (Nonius) – posteriormente mejorado por el francés Vernier -un dispositivo de medida de longitudes que permitía, con la ayuda de un astrolabio, medir fracciones de grado de ángulos muy pequeños no indicadas en la escala de los instrumentos astronómicos y topográficos de la época.
Como curiosidad añadida, algunos colectivos musulmanes de Norteamérica hacen uso de una loxodrómica (qibla) para rezar en dirección a la Meca, en vez de utilizar la trayectoria tradicional, más corta. En 2006, la Agencia Espacial Malasia (MYNASA) patrocinó una conferencia para determinar el qibla apropiado para los musulmanes en órbita.