Izquierda y derecha son conceptos tan abstractos como cotidianos en nuestra vida diaria, están presentes en todas las actividades que realizamos, pero, aun así, hay personas que tienden a confundirlas, si nos preguntaran como explicaríamos que es izquierda y derecha sin poder recurrir a un objeto externo, solo con palabras, se nos plantearían dificultades, este hecho fue planteado por el filósofo Kant y popularizado por Martin Gardner como el problema de Ozma, aun así. no todo está perdido, la solución a este problema radica en la asimetría de las moléculas que conforman
nuestro universo.
Si colocáramos nuestras manos frente a un espejo, observaríamos que su reflejo (imagen especular) es muy parecido, pero no idéntico, es decir no podríamos superponer nuestra mano y su reflejo lo que le confiere la capacidad de ser quiral, la reflexión especular invierte objetos asimétricos, es decir, aquellos objetos que no presentan un plano de simetría. El término quiral fue acuñado por Lord Kelvin en 1984 y proviene de la palabra griega “cheir” que significa mano, si frente al espejo colocáramos un objeto que, si poseyera un plano de simetría, como un libro, este objeto y su imagen especular si son superponibles por lo que le daríamos el término de aquiral.
Para los objetos quirales las dos formas que encontramos (el objeto y su imagen especular) se denominan enantiómeros, término derivado del griego que significa, curiosamente,
enemigos. ¿por qué enemigos? Si bien la historia nos recuerda la mancha oscura que dejó la talidomida a inicio de los años sesenta, la idea de relacionar enantiómeros como ¨gemelos malvados entre si no siempre es acertada y para muestra un ejemplo, a gran escala y bien conocido por todos, nuestros vecinos gibraltareños.
Es inevitable pensar que la frontera no funcione como un espejo que nos devuelve la imagen especular de nuestro propio reflejo, iguales, pero tan distintos entre sí, ¿encaja el término enemigo que acuñaron los griegos? Los objetos quirales tienen la propiedad fundamental de manifestar su naturaleza asimétrica con otros objetos quirales, es decir, lo distinto a nuestros ojos siempre se percibe con mayor intensidad que los puntos en común por lo que ¿cómo deberíamos relacionarnos?
La respuesta como siempre nos la arroja la química y somos nosotros, moléculas macroscópicas, imaginativas y en ocasiones lógicas, quien en última instancia decide qué tipo de relación siembra con su enantiómero. La solución la definió Anton de Bary mediante el concepto de simbiosis en 1879 ¨la vida en conjunción de dos organismos disímiles, normalmente en íntima asociación, y por lo general con efectos benéficos para al menos uno de ellos¨. En general la vida es química y a su vez la química que existe entre las distintas formas de vida.
Autor: Sergio Moya Cañestro